lunes, 23 de abril de 2012

Atencion..!!

Quiero compartir con ustedes algo que me parecio muy interesante, lo encontre
cuando navegaba en Twitter y entre una de las cuentas de frases que sigo una de las mejores
@EsCosaDeJovenes (una de mis favoritas) encontre una frase enlasada a un link,  crei que era de facebook
u otra Red Social, pero aun asi decidi puncharlo, y me transporto a un blog (el blog de la cuenta que ya les habia dicho con el cual quede  fascinada.

En la biblia dice que de lo que ahi en tu corazon  la boca lo rebosa, quien se comunica con Dios en twitter?
Nadie, debido a que es imposible y Dios no anda en las redes sociales, pero aun asi, somos mucho lo que llevamos a Dios en todas partes. y esta es una de las razones por la que Amo esta cuenta.

Bueno, solo queria compartir con ustedes esto:

Hay una historia fascinante de tres individuos invisibles que se transformaron en hombres invencibles. El rey David está sediento, agotado luego de una larga travesía. Y es entonces cuando lanza un suspiro, seguido de un deseo personal: «¡Quién me diera a beber agua del pozo de mis enemigos!» (2 Samuel 23:15).

No se trata de una orden caprichosa de un monarca megalómano. Tampoco es una nueva estrategia de batalla, por eso no lo expresa en voz alta. David es un excelente estratega, no un dictador ni un demente que arriesgaría la vida de sus mejores hombres solo para que le busquen agua. Se trata tan solo de un deseo personal formulado luego de un suspiro de cansancio, quizás en soledad dentro de su propia tienda.

Sin embargo, hay tres hombres invisibles que están lo suficiente cerca del rey como para oír su suspiro. Ellos saben que David no aprobaría lo que están a punto de hacer, pero tampoco se permiten que su señor tenga sed y ellos no hagan nada al respecto. Así que deciden cometer una locura. Los tres se miran y no hace falta decir nada más. Solo tres hombres al borde de la demencia, que no tienen nada que perder, pueden hacer lo que vas a observar ahora. No te lo pierdas, porque es como ver una película de Rambo peleando solo contra un ejército de vietnamitas.

Los tres irrumpen en el campamento a gritos (esa es la palabra que la Biblia utiliza: «irrumpieron», no nos dice que entraron para llevar a cabo una misión secreta), parecen un tropel de caballos salvajes, mercenarios que van a la cacería humana. Los filisteos no salen de su asombro y ni siquiera atinan a defenderse. Corren despavoridos, suponiendo que David los está atacando con todo su ejército, pero se trata solo de tres locos invisibles.

Los filisteos no dan crédito a lo que están viendo. Los tres dementes no paran de pelear contra cientos de enemigos que fueron sorprendidos en pijama. No obstante, no vienen por el oro, los caballos o la cabeza de su rey. Vienen a llenar una cantimplora con agua. Y luego se van como vinieron, sin dejar nada vivo a su paso. Filisteos, permítanme un consejo que no me pidieron: si aprecian sus propias vidas, salgan del camino de estos tres tipos.

Son invisibles; fundamentalistas; soldados sin medallas, honores o una posición que cuidar; así que no les importaría perder su propia vida en el intento.

Por el bien de ustedes, permitan que se lleven el agua. ¿Quieren ver una escena más bizarra aún? Esperen para observar la cara de David cuando estos tres se aparecen ante él llenos de sangre, sudados y casi sin aliento, pero con la cantimplora de agua fresca en la mano. «Sus deseos son órdenes, señor», dice uno de ellos.

David no puede creerlo, se sienta en una roca y los observa en silencio. Los tres ahora tienen miedo, saben que técnicamente no actuaron acatando una orden. Solo decidieron complacer un deseo de su rey, pero esta impertinencia les puede costar la vida. Los tres tratan de cuadrarse, en medio del sudor y la respiración agitada. David entonces estalla en una carcajada. Festeja y se regocija por tener hombres de esta talla, y luego le ofrenda el agua a Jehová: «¡Que el Señor me libre de beberla! ¡Eso sería como beberme la sangre de hombres que se han jugado la vida!» (2 Samuel 23:17)

Entonces todo el campamento aplaude a los tres locos, ya no son invisibles, son invencibles. La crónica militar del ejército de David menciona que nadie jamás pudo igualar a estos tres. Ni siquiera el que luego mataría a dos leones, o el que pelearía solo con un palo contra un egipcio armado. Ni el que mató a ochocientos hombres en una sola ocasión hasta que la espada se le quedara pegada entre las llagas de su mano. La Biblia es clara y recurrente: «Ninguno igualó a estos tres primeros».

Nadie superó a estos tres temerarios en arrojo, locura y riesgo. Y es que nadie supo estar lo suficiente cerca del rey como para oír su suspiro y salir a complacerlo, aún cuando no hubiera recibido una orden específica. Esa es la clave para abandonar la invisibilidad y disfrutar de gran estima.

(Basado en el libro "Destinado al Éxito" por Dante Gebel).

A mi me encanto.

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