Quiero compartir con ustedes algo que me parecio muy interesante, lo encontre
cuando navegaba en Twitter y entre una de las cuentas de frases que sigo una de las mejores
@EsCosaDeJovenes (una de mis favoritas) encontre una frase enlasada a un link, crei que era de facebook
u otra Red Social, pero aun asi decidi puncharlo, y me transporto a un blog (el blog de la cuenta que ya les habia dicho con el cual quede fascinada.
En la biblia dice que de lo que ahi en tu corazon la boca lo rebosa, quien se comunica con Dios en twitter?
Nadie, debido a que es imposible y Dios no anda en las redes sociales, pero aun asi, somos mucho lo que llevamos a Dios en todas partes. y esta es una de las razones por la que Amo esta cuenta.
Bueno, solo queria compartir con ustedes esto:
Hay una historia fascinante de tres individuos invisibles que se
transformaron en hombres invencibles. El rey David está sediento,
agotado luego de una larga travesía. Y es entonces cuando lanza un
suspiro, seguido de un deseo personal: «¡Quién me diera a beber agua del
pozo de mis enemigos!» (2 Samuel 23:15).
No se trata de una orden caprichosa de un monarca megalómano. Tampoco es
una nueva estrategia de batalla, por eso no lo expresa en voz alta.
David es un excelente estratega, no un dictador ni un demente que
arriesgaría la vida de sus mejores hombres solo para que le busquen
agua. Se trata tan solo de un deseo personal formulado luego de un
suspiro de cansancio, quizás en soledad dentro de su propia tienda.
Sin embargo, hay tres hombres invisibles que están lo suficiente cerca
del rey como para oír su suspiro. Ellos saben que David no aprobaría lo
que están a punto de hacer, pero tampoco se permiten que su señor tenga
sed y ellos no hagan nada al respecto. Así que deciden cometer una
locura. Los tres se miran y no hace falta decir nada más. Solo tres
hombres al borde de la demencia, que no tienen nada que perder, pueden
hacer lo que vas a observar ahora. No te lo pierdas, porque es como ver
una película de Rambo peleando solo contra un ejército de vietnamitas.
Los tres irrumpen en el campamento a gritos (esa es la palabra que la
Biblia utiliza: «irrumpieron», no nos dice que entraron para llevar a
cabo una misión secreta), parecen un tropel de caballos salvajes,
mercenarios que van a la cacería humana. Los filisteos no salen de su
asombro y ni siquiera atinan a defenderse. Corren despavoridos,
suponiendo que David los está atacando con todo su ejército, pero se
trata solo de tres locos invisibles.
Los filisteos no dan crédito a lo que están viendo. Los tres dementes no
paran de pelear contra cientos de enemigos que fueron sorprendidos en
pijama. No obstante, no vienen por el oro, los caballos o la cabeza de
su rey. Vienen a llenar una cantimplora con agua. Y luego se van como
vinieron, sin dejar nada vivo a su paso. Filisteos, permítanme un
consejo que no me pidieron: si aprecian sus propias vidas, salgan del
camino de estos tres tipos.
Son invisibles; fundamentalistas; soldados sin medallas, honores o
una posición que cuidar; así que no les importaría perder su propia vida
en el intento.
Por el bien de ustedes, permitan que se lleven el agua. ¿Quieren ver una
escena más bizarra aún? Esperen para observar la cara de David cuando
estos tres se aparecen ante él llenos de sangre, sudados y casi sin
aliento, pero con la cantimplora de agua fresca en la mano. «Sus deseos
son órdenes, señor», dice uno de ellos.
David no puede creerlo, se sienta en una roca y los observa en silencio.
Los tres ahora tienen miedo, saben que técnicamente no actuaron
acatando una orden. Solo decidieron complacer un deseo de su rey, pero
esta impertinencia les puede costar la vida. Los tres tratan de
cuadrarse, en medio del sudor y la respiración agitada. David entonces
estalla en una carcajada. Festeja y se regocija por tener hombres de
esta talla, y luego le ofrenda el agua a Jehová: «¡Que el Señor me libre
de beberla! ¡Eso sería como beberme la sangre de hombres que se han
jugado la vida!» (2 Samuel 23:17)
Entonces todo el campamento aplaude a los tres locos, ya no son
invisibles, son invencibles. La crónica militar del ejército de David
menciona que nadie jamás pudo igualar a estos tres. Ni siquiera el que
luego mataría a dos leones, o el que pelearía solo con un palo contra un
egipcio armado. Ni el que mató a ochocientos hombres en una sola
ocasión hasta que la espada se le quedara pegada entre las llagas de su
mano. La Biblia es clara y recurrente: «Ninguno igualó a estos tres
primeros».
Nadie superó a estos tres temerarios en arrojo, locura y riesgo. Y es
que nadie supo estar lo suficiente cerca del rey como para oír su
suspiro y salir a complacerlo, aún cuando no hubiera recibido una orden
específica. Esa es la clave para abandonar la invisibilidad y disfrutar
de gran estima.
(Basado en el libro "Destinado al Éxito" por Dante Gebel).
A mi me encanto.
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